Si has estado en Bali (o en Nusa Penida), seguro que las has visto. Pequeñas cestitas hechas de hoja de palma, con flores de colores, arroz, incienso… y a veces una galleta, un caramelo o incluso un cigarro. Están en la puerta de las casas, en los comercios, sobre una moto, en un coche o en mitad de la acera.
Estas ofrendas no están ahí por decoración. Son una parte esencial de la religión hinduista balinesa y del día a día de la isla.
Una religión distinta al resto de Indonesia
Bali es una excepción dentro de Indonesia. Mientras que el país es mayoritariamente musulmán, Bali practica una forma propia de hinduismo: el hinduismo balinés. No es idéntico al de India; mezcla creencias hinduistas, animismo y tradiciones locales muy antiguas.
En esta religión, el equilibrio lo es todo. Equilibrio entre: los dioses, los espíritus, la naturaleza y las personas. Y ahí es donde entran las ofrendas.
Qué son exactamente estas ofrendas
Las ofrendas diarias se llaman canang sari. Suelen llevar: flores (cada color tiene un significado), arroz, hojas incienso y pequeñas ofrendas simbólicas (comida, dulces, café, cigarrillos…)
No son grandes ni ostentosas. Justo lo contrario: simples, repetidas y constantes.

¿Por qué se hacen todos los días?
Porque no son para pedir, sino para agradecer. En la tradición balinesa, las ofrendas sirven para: dar gracias a los dioses por el día, mantener contentos a los espíritus (los buenos y los traviesos), y preservar la armonía del entorno.
No hacerlas no se vive como un castigo divino inmediato, pero sí como un desequilibrio. Algo que no está bien. Por eso se hacen incluso cuando: llueve, hay prisa o el día es complicado.

¿Cuántas veces al día se hacen?
Depende del lugar y de la familia, pero lo habitual es: al menos una vez al día, por la mañana y, en algunos casos, dos o tres veces, especialmente en negocios o templos.
Las verás colocarse: en las entradas de las casas, en tiendas y restaurantes, sobre las motos y los coches (para proteger el camino) y en templos, donde las ofrendas son más elaboradas.
¿Por qué suelen hacerlo las mujeres?
Tradicionalmente, la preparación de las ofrendas es tarea de las mujeres. No como imposición negativa, sino como rol cultural heredado. Muchas balinesas aprenden desde niñas a: tejer las hojas, elegir las flores y preparar las ofrendas casi de forma automática.
No se vive como una carga diaria, sino como parte de la rutina, igual que cocinar o barrer la entrada.
Entonces, ¿qué debemos tener en cuenta?
No están ahí para el turista. No están pensadas para lucir. Están ahí porque Bali funciona así.
Son un recordatorio constante de que, para los balineses, la vida no va solo de producir, vender o correr… sino de mantener el equilibrio, incluso en los gestos más pequeños. Y eso, en una isla tan visitada y tan ajetreada, dice mucho.










