Anda, el lugar del buceo en Bohol, sin buceo

¿Qué esperábamos de Anda?

Cuando ya habíamos decidido incluir la isla de Bohol en nuestro recorrido, empezamos a buscar alguna zona menos turística que nos ofreciera un motivo de peso para desviarnos un poco de la ruta habitual. Entre búsquedas, foros y blogs, apareció Anda: una península en el extremo noreste de Bohol de la que no sabíamos prácticamente nada, pero que prometía tranquilidad, paisajes de postal… y, lo que más nos interesaba en ese momento, ¡buceo!
En varios blogs leímos que Anda era perfecta para desconectar y sumergirte, literal y metafóricamente, durante tres o cuatro días. Así que, sin pensarlo mucho, recortamos días de Bohol y se los asignamos a esta zona remota, con un único objetivo en mente: bucear.

La llegada

Nuestra llegada fue más fácil de lo que esperábamos, gracias a Rudy, nuestro conductor en Bohol, que no solo nos mostró rincones únicos de la isla, sino que además nos dejó directamente en la puerta del hotel que habíamos reservado en Anda.
Nos alojamos en la localidad más grande de la península, en un hotel que además era escuela de buceo. Teníamos un pequeño bungalow para nosotros, rodeado de zonas verdes, una piscina tranquila y un ambiente muy relajado. El lugar prometía; era sencillo, pero tenía todo lo necesario para convertir nuestra estancia en una experiencia perfecta.

Primeras impresiones

Cuando bajamos del tricycle y cruzamos la entrada del hotel, nos encontramos con un espacio amplio, bungalows repartidos entre zonas verdes, una piscina aparentemente tranquila… todo apuntaba a que habíamos acertado. Sin embargo, algo nos llamó la atención desde el primer minuto: no se veía demasiada gente (y eso que se suponía que Anda era famosa por el buceo).
Dimos una vuelta rápida por las instalaciones antes de hacer el check-in y lo que vimos nos dejó algo confusos. No había ni rastro del típico ajetreo de una escuela de buceo: ni equipos secándose al sol, ni zona de limpieza, ni carteles de inmersiones del día. Solo un mural grande en la entrada con referencias al mundo subacuático… pero con pinta de llevar tiempo sin actualizar. Algo no cuadraba.
En la recepción, que en realidad era también la cafetería del alojamiento, nos asignaron nuestro bungalow. Y ahí sí que nos llevamos la sorpresa. ¡Madre mía!. El bungalow era minúsculo, el baño aún más, las camas parecían pensadas para personas de la estatura de Ali, el techo bajito y, por si fuera poco, sin aire acondicionado, nos adaptamos, ¡que remedio!.
Decidimos salir a dar un paseo para conocer los alrededores. Caminamos hasta la playa, que estaba a escasos minutos y nos encontramos con una inmensa extensión de arena y con el agua completamente en calma… y sin profundidad.
Literalmente nos cubría hasta la rodilla y poco más. Pero había algo que nos llamó aún más la atención: la playa estaba llena de locales disfrutando del día, paseando, en familia, jugando con los niños… y ni un solo turista a la vista.

Mientras caminábamos bordeando la costa, encontramos de casualidad un pequeño mercado local y decidimos sentarnos a tomar algo. Fue ahí cuando confirmamos nuestras sospechas: Anda no era, ni de lejos, el hervidero de buceadores que habíamos imaginado (al menos no en ese momento). Y eso, lejos de decepcionarnos del todo, nos despertó la curiosidad por descubrir qué más nos esperaba allí.

Recorriendo la península

Nos levantamos con la intención de aprovechar el día y visitar algunos puntos cercanos que habíamos localizado en el mapa. Pero antes de empezar nuestra pequeña ruta… llegó la primera sorpresa del día que no fue precisamente buena.
Bajamos a desayunar en la cafetería del alojamiento y allí coincidimos con un chico, claramente occidental, que parecía ser el dueño del hotel y de la supuesta “escuela de buceo”. Estuvimos un rato charlando con él, incluso sobre temas relacionados con el buceo. Pero, por raro que parezca, en ningún momento nos ofreció una inmersión, ni una excursión, ni un mísero catálogo de precios. Nada. Cero. ¿Cómo era posible?
Estábamos allí porque, según habíamos leído, Anda era una zona espectacular para el buceo. Y ni una sola palabra sobre el tema, ni carteles, ni tablones, ni pizarras con inmersiones del día. En ese momento supimos que en Anda no íbamos a bucear.
Nuestra teoría, hoy por hoy, es que simplemente no les compensaba organizar una inmersión para solo dos personas. Aunque en la aplicación de buceo que usamos habitualmente la escuela aparece registrada, allí era como si no existiese. Entre la decepción por lo que habíamos leído en otros blogs y la sensación de que nos estaban dando largas, nos fuimos a explorar lo poco que parecía ofrecer la zona.
La primera parada fueron dos cenotes: Cabagnow Cave Pool y Tibaw Cave Pool. Para llegar al primero caminamos unos 10 minutos desde nuestro alojamiento, hasta toparnos con el clásico caseto donde, cómo no, había que pagar una fee para entrar. La pagamos y accedimos al cenote. Lo que encontramos fue… bastante decepcionante. Un agujero en medio de un terreno lleno de basura, sin medidas de seguridad ni barandillas, con algunos locales saltando al agua como podían. Básicamente, pagamos por ver un charco profundo (literalmente) y darnos un paseíto entre piedras.

El segundo cenote prometía aún menos. Cuando llegamos a la caseta para acceder al primer cenote preguntamos por el segundo y nos dijo, sin tapujos, que no nos recomendaba entrar porque el camino estaba abandonado y no estaba nada claro. Aun así, nos señaló el inicio del “camino”. No había camino, solo maleza y matorrales.
Con el calor apretando, caminamos otros diez minutos hasta llegar a White Beach, una playa preciosa, completamente vacía, ni turistas, ni locales, ni un alma. Solo nosotros dos, sentados en la arena, mirando el mar y preguntándonos si realmente Anda era ese paraíso del que tanto habíamos leído.

Acabamos comiendo en un restaurante que encontramos gracias a Google Maps… aunque tuvimos que colarnos por un hotel en construcción para llegar ¡cosas del viaje!
El resto de los días en Anda los dedicamos a trabajar y avanzar con nuestros proyectos, porque literalmente no había nada más que visitar ni ninguna actividad que hacer en la ciudad. Anda nos dejó esa sensación de “aquí había potencial, pero se quedó a medio camino”. Y el buceo, que era nuestro principal motivo para estar allí, se esfumó sin darnos opción.

El punto final en esta zona

La salida de Anda fue otra de esas pequeñas aventuras que nos regala Filipinas. Cuando preguntamos en nuestro hotel cómo podíamos volver al puerto de Tagbilaran (a unas tres horas de distancia) para coger el ferry a nuestro siguiente destino, la respuesta fue tan vaga como desalentadora “Uf… desde aquí complicado, tendréis que ir al pueblo en la isla de Bohol”. Vale, ¿pero ¿cómo íbamos a llegar a ese pueblo? Nadie parecía tener una respuesta clara. Así que tomamos el control de la situación y nos plantamos en la estación de autobuses del pueblo para averiguar cuál era el primer bus que salía en dirección a Guindulman, el punto desde donde podríamos coger otro bus o una van hasta Tagbilaran.
Nuestro ferry salía bastante temprano, por lo que sí o sí teníamos que coger el primer transporte que pasara. Como no se podían comprar tickets con antelación, tocaba levantarse a las 4 de la mañana, mochilas a la espalda, y ponernos en camino hacia la plaza del pueblo antes de que saliera el sol.
Y ahí estábamos, medio dormidos y sin café, de camino a la plaza del pueblo cuando… ¡milagro! Una van se paró en mitad de la carretera: “¿A dónde van? A Tagbilaran, respondimos.¡Pues subid, que esta van va para allá!”
Ni lo dudamos. Sin pensar demasiado en cuánto tardaríamos o si nos estaban timando (spoiler: no), nos subimos. Durante las siguientes tres horas fuimos los únicos turistas en aquella van que recogía y dejaba locales por el camino. Fue un viaje surrealista, pero también auténtico y efectivo.
Finalmente, llegamos a la estación de buses de Tagbilaran. Desde allí cogimos un tricycle hasta el puerto y, ahora sí, estábamos listos para dejar atrás Anda y embarcarnos rumbo a nuestro próximo destino.

Reflexión final sobre Anda

Anda fue, sin lugar a duda, una gran decepción en nuestro viaje por Filipinas.
Llegamos con muchísima ilusión, atraídos por lo que habíamos leído sobre sus fondos marinos, su tranquilidad y su carácter menos turístico. Nuestro principal motivo para venir aquí era bucear. Por eso elegimos un alojamiento que, supuestamente, era también una escuela de buceo… pero la realidad fue otra muy distinta.
Durante toda nuestra estancia no hubo ni un solo intento de ofrecernos una inmersión, ni información, ni precios, ni el más mínimo interés por parte del personal; fue como si el buceo no existiera. En el pueblo tampoco encontramos otras escuelas activas, lo que nos hizo darnos cuenta de que, al menos en nuestra experiencia, Anda no es hoy el paraíso del buceo que algunos blogs prometen.
¿Las playas? Bonitas, sí, pero no tan espectaculares como para justificar el trayecto hasta allí. ¿Los famosos cenotes? Otra gran desilusión: mal señalizados, sucios y abandonados.

¡Nuestra recomendación!

Consejo final: no te recomendaríamos esta zona de Bohol si tu idea es encontrar una experiencia vibrante, activa o enfocada al buceo. Quizá las cosas cambien, y ojalá lo hagan, pero hoy por hoy, nosotros no volveríamos.

¿Os ha pasado alguna vez llegar a algún sitio movidos por un interés y que no haya ni rastro de ese interés en el lugar? Dejadnos vuestras experiencias en comentarios.

¿Qué hacer en Anda?

No podemos recomendar ningún punto turístico destacable en esta península.
Si has estado o conoces alguno, déjanos un comentario para incluirlo en esta sección y poder ayudar al resto de aventurer@s.

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