


¿Qué esperábamos de Cebú?
Cuando organizábamos nuestra aventura por Filipinas, Cebú no aparecía en nuestra lista de imprescindibles: no habíamos leído recomendaciones destacadas, ni aparecía como ese lugar que todos mencionan con ilusión. Lo que sí encontrábamos una y otra vez era su nombre en los itinerarios de transporte: Cebú como escala, como punto de conexión, como ciudad de paso…
Tanto insistían los buscadores y las rutas propuestas que, entre trayecto y trayecto, decidimos que al menos le dedicaríamos un día para conocerla. No era nuestra idea inicial, pero si teníamos que pasar por ella, ¿por qué no parar y ver qué tenía que ofrecernos esta ciudad?
La llegada
Cebú es una de las ciudades mejor conectadas de Filipinas, y eso se nota en la cantidad de vuelos que aterrizan en su aeropuerto. Ya sea desde otras islas del país o desde destinos internacionales, esta ciudad es punto de paso para muchísimos viajeros.
Nosotros también llegamos a ella en avión, aunque nuestra visita no fue inmediata. Tras aterrizar en Cebú, continuamos hacia otro destino, y fue al regreso cuando decidimos quedarnos y dedicarle un día. Esta vez segunda vez, llegamos por tierra, directos a la estación de autobuses, que nos quedaba bastante cerca del hotel. Así que, con la mochila a la espalda y pocas expectativas en la cabeza, caminamos rumbo a dejar nuestras cosas y descansar un poco. Era por la tarde cuando llegamos y por suerte nuestra habitación ya estaba lista.
Primeras impresiones
Nada más subir a la habitación, nos dimos una ducha rápida y nos preparamos para salir a conocer un poquito de Cebú; mientras uno se duchaba y el otro esperaba, aprovechamos para planificar el día siguiente. Teníamos muchos puntos marcados en el mapa (que nosotros habíamos medio establecido) y tres de ellos estaban bastante lejos unos de otros, así que decidimos hablar con el hotel para contratar un coche privado que nos llevase a esos lugares más alejados. Nos lo gestionaron todo desde allí, y sinceramente hoy, viendo el precio que pagamos, nos lo pensaríamos dos veces antes de aceptar. Pero bueno, cuando estás en un sitio nuevo y no sabes…
Con las gestiones hechas, pusimos rumbo a un mercado que habíamos fichado cerca del hotel: Sugbo Mercado ¡y menuda sorpresa nos llevamos! Rodeado de rascacielos de oficinas, justo al lado de la calle IT, un lugar casi exclusivo de locales (nosotros y otros pocos turistas), con música en directo y muy buen ambiente, el sitio nos encantó.
Esa noche cenamos unos pinchos de pollo y una panceta a la barbacoa, fieles al estilo filipino de cocinarlo todo. Pablo se animó con algo más original: tuétano a la plancha, servido dentro del propio hueso ¡una delicia!

Probando cosas diferentes
Con el estómago lleno y la agenda organizada para el día siguiente, dimos por terminado nuestro primer contacto con Cebú. Al día siguiente tocaba madrugar y exprimir la ciudad.
Recorriendo la ciudad
Nos despertamos temprano porque habíamos quedado con el conductor bastante pronto. Queríamos aprovechar el día al máximo y llegar a los puntos más alejados antes de que se llenaran de turistas. Aunque teníamos en mente un itinerario lógico, el conductor siguió su propio orden y… bueno, nos dejamos llevar.
Nuestra primera parada fue el Cebu Taoist Temple, un templo chino situado en lo alto de una colina. Lo que más nos llamó la atención fue su tamaño, sus tejados cuidados al detalle y, sobre todo, las vistas impresionantes que ofrecía de la ciudad de Cebú desde las alturas. En un país como Filipinas, encontrar un lugar así lo hacía todavía más especial.

Bonitas vistas del templo

Detalles del templo taoísta
Tras esta visita fuimos al Sirao Garden, probablemente el lugar más “Instagrameable” que visitamos… y también el más decepcionante. Todo giraba en torno a hacerse fotos: adornos por todas partes, spots preparados al milímetro y turistas orientales posando en cada rincón. Nos hicimos la famosa foto de la mano, porque ya que habíamos llegado hasta allí… pero poco más. Recorrimos más de una hora en coche, pagamos nuestra entrada y nos fuimos con la sensación de haber perdido el tiempo.
La última parada con conductor fue el Temple of Leah, un templo que nos sorprendió por su arquitectura tipo griego, completamente fuera de lugar en Filipinas. La historia detrás es curiosa: un hombre construyó ese templo para honrar a su esposa. Eso sí, fue la entrada más cara del día, y sinceramente… no creemos que merezca la pena.

Sirao Garden en Cebú

Un edificio hecho con amor: Templo de Leah
De vuelta al hotel, descansamos un poco y retomamos la ruta a pie para visitar los atractivos del centro. Caminamos más de 45 minutos bajo un calor tremendo, entre edificios, naves industriales y tráfico, hasta llegar a la zona histórica. Los puntos de interés no estaban en un sitio peatonal o turístico, sino dispersos entre el caos urbano.
Fuimos viendo lo que teníamos apuntado: La Casa Gorordo y la Yap-San Diego Ancestral House, ejemplos de casas típicas antiguas. Luego pasamos por la Catedral Metropolitana, que estaba en obras, y llegamos a la Basílica del Santo Niño, donde no pudimos entrar porque Ali llevaba pantalón corto. Justo enfrente estaba la Cruz de Magallanes, que sí pudimos visitar, y finalmente llegamos al Fuerte de San Pedro, que no nos dijo demasiado después de haber visitado Intramuros en Manila.

San Diego Ancestral House

Cruz de Magallanes

Fuerte de San Pedro
Cansados, algo decepcionados y con pocas ganas de seguir, cogimos un Grab, hicimos una parada en un centro comercial para comer algo rápido, y nos fuimos al hotel a ducharnos. Teníamos claro que queríamos repetir en el Sugbo Mercado, nuestro rincón favorito de la ciudad. Ya allí, buscamos unos zumos que habíamos visto la noche anterior: venían en bolsitas con cierre zip y tenían una pinta buenísima: acertamos de lleno, estaban deliciosos y eran super curiosos por fuera.

Un zumo muy curioso
Para cenar, esta vez optamos por algo más ligero: unos noodles de pollo y unos pinchos que estaban muy ricos. Ali, que no había quedado convencida el día anterior, esta vez sí salió contenta. Cuando decidimos volver al hotel, empezó a llover con una intensidad brutal. Nos refugiamos bajo una cornisa junto con otros locales que también se habían resguardado. Tras unos 20 minutos de espera, volvimos al hotel calados pero felices de haber exprimido al máximo el día.
El punto final en esta ciudad
Nuestro siguiente destino estaba en la misma isla que Cebú, así que parecía sencillo: coger un autobús y listo. Nos dirigimos una de las estaciones porque sí, en Cebú hay dos estaciones de autobuses y según a dónde vayas tendrás que ir a una u a otra, compramos los billetes para un bus que paraba en nuestro destino, y sin muchas opciones nos asignaron directamente el servicio con aire acondicionado. Nosotros, tan felices con el fresquito que íbamos a tener.
Pagamos la tasa de la estación y nos dirigimos a la dársena donde ya había bastante gente esperando. Cuando llegó el primer autobús con aire acondicionado, se formaron dos filas: una para locales y otra para turistas, en ese orden. El bus se llenó y algunos turistas consiguieron subir, pero no todos. Nosotros, que acabábamos de llegar, entendimos que era normal no haber subido aún… pero hasta que vimos a otros turistas que ya llevaban dos buses perdidos. Ahí fue cuando nos entró el susto.
Paró otro bus, pero era regular, sin aire acondicionado, así que no servía para nuestro billete; y se fue medio vacío. Otro rato de espera, otro bus sin aire… Y así se iban sumando minutos, buses y nervios. Unas chicas se animaron a preguntar a la revisora si podían montar en un regular, y fue entonces cuando nos enteramos del pastel: solo había dos buses con aire acondicionado para toda la línea, iban y venían y podías tirarte horas esperando a que llegaran ¡así que decidimos pasar a la acción! Después de explicarle unas ocho veces a la revisora que nos daba igual el aire, que solo queríamos irnos, conseguimos su visto bueno y subimos a un autobús sin aire acondicionado, sin saber cuántas horas nos esperaban por delante… pero al menos estábamos dentro.
Reflexión final sobre Cebú
En Filipinas hay tres grandes ciudades: Manila, Davao y Cebú, esta es sin duda una ciudad estratégica para moverte entre islas. Con esto no queremos decir que no la visites si te hace especial ilusión ver la Cruz de Magallanes o si quieres una foto en lo alto del Sirao Garden para tu Instagram; pero no esperes calles ordenadas ni monumentos de postal, porque no los vas a encontrar.
En nuestra experiencia, Cebú fue más caótica que Manila, con menos opciones de transporte urbano (nada de metro o trenes) y unos autobuses que no terminan de dejar claro por dónde van ni cómo usarlos. Sus principales atractivos turísticos nos supieron a poco y el ambiente general de la ciudad no nos resultó especialmente atractivo ni acogedor.
¿Lo que sí nos llevamos para siempre? El Sugbo Mercado, ese rincón entre rascacielos donde comimos delicioso, disfrutamos de música en directo y sentimos, por un rato, que Cebú tenía otro color.
¡Nuestra recomendación!
Cebú es una ciudad de paso, útil para enlazar con otros destinos más deseados. Si tienes o quieres parar aquí, hazlo, pero que sea con las expectativas ajustadas, aprovecha para descansar y si te apetece, descubrir un poco de historia.
¿Y tú? ¿Te recorrerías más de 1 hora en coche para hacerte una foto en un spot?
¿Qué hacer en Cebú?
Imprescindibles
- Cebu Taoist Temple: templo taoísta a las afueras de la ciudad con muy buenas vistas de la ciudad y más llamativo cuando la religión principal de Filipinas es la cristiana
- Heritage of Cebu Monument: escultura sobre la historia de Cebú
- Basílica del Santo Niño: basílica más antigua del país que acoge la imagen del Santo Niño, de alta veneración por los filipinos. Ojo: existen reglas de vestimenta estrictas para poder acceder.
- Cruz de Magallanes: réplica de la cruz que Magallanes colocó en la ciudad durante la expedición que terminaría con la vuelta al mundo
- Sugbo Mercado: mercado local con puestos de comida y música en directo
Si tienes algo más de tiempo
- Temple of Leah: edificio interesante por su arquitectura clásica de un marido acaudalado a su esposa difunta
- Casa Gorodo: antigua casa colonial
- Catedral Metropolitana de Cebú: iglesia católica sede de la archidiócesis de Cebú
- Fuerte de San Pedro: construido durante los primeros años de la administración española