Donsol, el hogar del whale shark «ético»

¿Qué esperábamos de Donsol?

Cuando empezamos a planificar nuestro viaje por Filipinas, había una idea que no podíamos quitarnos de la cabeza: ¿sería posible nadar junto a un tiburón ballena en un entorno verdaderamente respetuoso?. Así fue como descubrimos Donsol, un pequeño pueblo costero que prometía precisamente eso: una experiencia ética, libre de prácticas invasivas y avalada nada menos que por WWF.
En nuestra búsqueda, descartamos de inmediato varios lugares donde se alimenta deliberadamente a los tiburones ballena para atraerlos a las zonas turísticas. Queríamos verlos en libertad, sin alterar sus ciclos ni sus hábitos naturales. Esta ciudad parecía ser ese rincón de Filipinas donde los animales vienen por sí mismos, durante su migración anual entre abril y mayo, atraídos por el plancton que inunda sus aguas.
Además, la presencia de WWF en el Centro de Interacción nos inspiró mucha confianza. Todo apuntaba a que sería una experiencia auténtica y ética. Y sin pensárnoslo dos veces, hicimos las mochilas y pusimos rumbo desde Legazpi hacia esta prometedora aventura.

La llegada

El trayecto desde Legazpi en van fue toda una aventura en sí misma. Una hora de curvas, tráfico imprevisible, pueblos que se sucedían uno tras otro… y el majestuoso volcán Mayón que aparecía y desaparecía en el horizonte, como si fuera un espectador silencioso de nuestro viaje.
A nuestra llegada, nos esperaba un tricycle para llevarnos al alojamiento, justo al lado del Whale Shark Center. El trayecto fue tan pintoresco como improvisado: uno montado encima de la moto con el conductor, el otro encajado en un lateral con las mochilas por encima… ¡Bienvenidos a Filipinas!

Primeras impresiones

Nuestro alojamiento no pudo haber sido mejor: unas cabañas tranquilas a pie de playa, rodeadas de palmeras, mar y silencio absoluto. Después del bullicio de otras ciudades, este contraste fue un auténtico regalo.
Desde allí, en apenas diez minutos caminando, llegamos al famoso Whale Shark Center, donde nos recibieron con muchísima amabilidad, información clara y una estadística que nos disparó la ilusión: en los últimos días se habían avistado 34 ejemplares en 96 encuentros. ¡Pintaba de maravilla! Aunque en el fondo nos rondaba esa incógnita inevitable… ¿tendríamos tan mala suerte de no verlo?

BarAcuda: un rincón con alma (y sabor)

Más allá del avistamiento del tiburón ballena, que no parecía poco, Donsol es un pueblo sencillo, sin demasiadas distracciones, pero con una esencia especial que reside en su gente. Para nosotros, esa esencia se personificó en BarAcuda.
Nada más cruzar la puerta, sentimos que estábamos en un lugar diferente. BarAcuda es un restaurante con vistas al mar y un alma que se palpa nada más entrar. Allí conocimos a Julieta, la dueña, una mujer cálida, políglota, carismática, viajera y profundamente comprometida con su comunidad. Nos recibió como si fuéramos viejos amigos y, entre risas y cervezas San Miguel, compartimos con ella una de esas puestas de sol de postal que se quedan grabadas en la memoria.
Nos sentamos a charlar con su hijo y con otros viajeros que iban llegando poco a poco. Entre margaritas con sal, anécdotas y muchas carcajadas, Julieta nos contó cómo había decidido asentarse allí, su relación con la comunidad local, su visión del turismo y su amor profundo por esta ciudad. Fue uno de esos momentos inesperados y auténticos que convierten un viaje en algo mucho más grande que simplemente visitar lugares.

Listos para cenar

Un atardecer para desconectar

Desconexión en el mejor restaurante de Donsol

Con gente interesante, el tiempo vuela

El día de la excursión del Whale Shark: entre ilusión y contradicción

Y llegó el gran día. Nos levantamos temprano, con esa mezcla de nervios y emoción en el cuerpo, convencidos de que íbamos a vivir algo único. Al llegar al centro, todo parecía perfectamente organizado: grupos reducidos, normas estrictas, un vídeo informativo narrado por miembros de WWF y limitación de embarcaciones.
Todo sonaba muy bien pero… ¡lo que sucedió después fue otra historia!
Subimos a nuestro barco junto a otros cinco pasajeros y la tripulación. Nos adentramos en el mar mientras varios miembros del equipo se subían al mástil para intentar divisar el patrón de puntos blancos de la piel del tiburón ballena. Tras un buen rato, lo encontraron… pero no estábamos solos. Había al menos diez barcos más, todos convergiendo en el mismo punto en una carrera frenética por llegar antes.
Nos tiramos al agua y nos vimos, literalmente, metidos en una piscina humana flotando alrededor de un animal que claramente estaba intentando alejarse de nosotros. Brazos, piernas, flotadores… y en medio, un tiburón ballena que parecía agobiado. Apenas pudimos verlo unos segundos antes de decidir salir del agua.
Para colmo, al regresar al barco estábamos desorientados, sin guía a la vista, solos y sin nuestro barco cerca. Cuando por fin conseguimos subir, la tripulación nos recibió sonriente y exclamando: “¿Lo habéis visto?”. Y nosotros, con el corazón en un puño, solo pudimos responder un tímido “más o menos…”, mezclando tristeza y confusión.
El guía nos propuso volver a seguir “al mismo animal” para intentar otro avistamiento. Y fue en ese momento cuando algo en nosotros se rompió. Aquella experiencia que nos habían vendido como ética se estaba convirtiendo en una persecución organizada. Tras hablar un rato con el guía, comprendimos algo muy claro: si los turistas se van decepcionados, ni vuelven ni recomiendan el lugar. Y ahí dijimos ¡basta!

Buscando al tiburón ballena en Donsol

Buscando al gigante

Durante un buen rato

Lo que consiguió ver la cámara

Nosotros vimos mucho menos y nos llevamos algún aletazo

De vuelta en tierra, estábamos desbordados de emociones y necesitábamos digerir lo que acabábamos de vivir. Así que regresamos al lugar donde el alma del sí brillaba con luz propia: BarAcuda.
Julieta nos recibió con la misma calidez, escuchó nuestro relato con atención y tristeza y, como siempre, tenía algo especial que contar. Nos relató una anécdota increíble: el año anterior, varios investigadores habían estado allí para documentar el parto de una hembra de tiburón ballena. Una historia que nos recordó lo mágico que puede ser este lugar… si se hacen las cosas bien.
Aquella noche cenamos sashimi de atún, gambas, pescado fresco y compartimos cervezas con la pareja italiana que habíamos conocido el día anterior. Ellos habían optado por el buceo en lugar del snorkel, y su experiencia había sido completamente distinta: sin aglomeraciones, un tiburón ballena que se cruzó en su camino sin ser perseguido. También nos enseñaron vídeos de la excursión nocturna por el río para ver luciérnagas, árboles iluminados como si fuera Navidad, todo en un silencio respetuoso y mágico. Un plan que, lamentablemente, nosotros dejamos pasar por el desencanto del día.

El punto final en esta ciudad

Al día siguiente tocaba moverse de nuevo, así que nos marchamos del mismo modo que habíamos llegado, aunque esta vez rumbo al aeropuerto para coger el vuelo hacia nuestro siguiente destino. Nos íbamos con sentimientos encontrados, entre el sabor amargo de la experiencia en el mar y el calor humano de Julieta y su pequeño rincón junto al mar.

Reflexión final sobre Donsol

Sí, vale la pena. Donsol sigue siendo un lugar con cosas maravillosas: una comunidad amable, paisajes bonitos, experiencias mágicas como el avistamiento de luciérnagas o el buceo responsable. Y, por supuesto, personas como Julieta, que dan sentido a cualquier lugar.
Pero, si tu única intención es ver tiburones ballena de forma respetuosa y hacerlo en snorkel, quizá debas replanteártelo. El sistema actual, aunque mejor que en otros destinos de Filipinas, está lejos de ser ideal.
Nosotros sí volveríamos, por Julieta, por el mar, por los paseos al atardecer, por la tranquilidad… pero no repetiríamos la excursión en snorkel para ver al tiburón ballena, al menos no en las condiciones actuales.

¡Nuestra recomendación!

Si estás pensando en visitar Donsol, infórmate muy bien antes de ir y ajusta tus expectativas. Puede ser una experiencia mágica… o convertirse en algo mucho menos bonito. Y, si necesitas ayuda o recomendaciones, ¡escríbenos, estamos aquí para ayudarte a preparar tu aventura perfecta!

¿Has estado en Donsol? ¿Tu experiencia fue distinta a la nuestra? Cuéntanoslo en los comentarios.

¿Qué hacer en Donsol?

Imprescindibles

  • BarAcuda: Este restaurante y su dueña Julieta harán que tu estancia sea una maravilla.
  • Bucea: Haz alguna inmersión de buceo para poder observar al tiburón ballena en libertad. Las aguas de este lugar con abundante plancton hacen que su visita cada año sea asegurada. Además de disponer cerca de una estación de limpieza en la que poder observar mantas u otros animales marinos.

Si tienes algo más de tiempo

  • Ogod River: haz un paseo en una barca por su rio al anochecer para observar la magia de las luciérnagas iluminando sus orillas.

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