Dumaguete, la ciudad base para bucear en Apo

¿Qué esperábamos de Dumaguete?

Incluimos esta ciudad en nuestro itinerario con una intención muy concreta: bucear en Apo Island, uno de los destinos más recomendados por la comunidad buceadora en Filipinas. Habíamos leído maravillas sobre sus fondos marinos y nos apetecía mucho incluir ese plan en la ruta; pero ya sabéis cómo es esto de los viajes… a veces todo encaja y a veces, como en nuestro caso, una simple otitis te desmonta el plan principal.
Aun así, decidimos mantener Dumaguete en el viaje. Nos apetecía ver qué tenía que ofrecer más allá del buceo, y, quién sabe, a lo mejor nos sorprendía, más aún cuando habíamos leído que era un ciudad donde muchos occidentales decidían retirarse.

La llegada

Existen varias rutas para llegar hasta esta ciudad: se puede acceder por carretera, en avión o en barco. Probablemente, si vienes desde Cebú, el centro logístico de Filipinas, la opción más acertada sea volar. Pero en nuestro caso, optamos por el barco, que suponía un trayecto bastante corto (poco más de una hora) y además nos cuadraba perfecto con los planes que traíamos.
El viaje fue tranquilo, sin contratiempos, y nos permitió llegar descansados a la ciudad… algo que, con lo que estaba por venir, se agradece.

Primeras impresiones

Nada más salir del puerto nos dimos cuenta de que esta ciudad era más grande de lo que esperábamos. Las distancias no eran pequeñas, así que tocaba moverse en tricycle para llegar a cualquier parte. Como suele pasar en muchos puertos de Filipinas: un montón de gente ofreciendo transporte, motos y tricycles sin parar, y nosotros buscando al Grab (tricycle) que ya habíamos reservado. Después de unos minutos de confusión, conseguimos encontrarlo y pusimos rumbo a nuestro alojamiento.
Pero antes de instalarnos, teníamos un asunto prioritario: ir al hospital. Como os contábamos al principio, una otitis se había colado en el viaje y tocaba atenderla bien.
En ese momento volvimos a comprobar lo importante que es viajar con un buen seguro. Aunque no era una situación de urgencia vital, sí que necesitábamos atención médica y el seguro respondió de maravilla. Sabemos que muchas veces da pereza contratarlo o parece algo innecesario… pero creednos, cuando lo necesitas, ¡bendito seguro!

Una visita indeseada

La visita al hospital al que nos derivó el seguro fue, cuanto menos, curiosa. Nada más llegar nos mandaron directamente a la zona de urgencias y allí mismo le hicieron a Ali el triaje. Tensión, peso, estatura, alergias… lo típico, pero todo esto en plena calle, antes siquiera de entrar al edificio. Nos miramos con cara de “¿esto es normal?” y seguimos el protocolo, que para eso estábamos en manos de profesionales (al aire libre, pero profesionales).

Una vez pasado el control exterior, nos pasaron al interior, donde esperamos un rato en una sala hasta que una médico se acercó para atendernos. La escena que vino después fue digna de una peli: vimos cómo desembalaba un otoscopio nuevo, completamente sellado. Nos quedamos con una mezcla de tranquilidad y duda: por un lado, porque no había sido usado por nadie más (¡punto para el hospital!); por otro lado ¿sería la primera vez que esa médico usaba uno? Nunca lo sabremos.
Después de examinar a Ali, confirmó lo que sospechábamos: otitis externa. Nada grave, pero sí doloroso y molesto, sobre todo si lo que quieres es bucear. Recetó unas gotas y algo más fuerte que un Ibuprofeno, nos entregó la factura y salimos con la misión de encontrar una farmacia.
Y aquí es donde comienza la verdadera aventura: nos recorrimos farmacia tras farmacia por toda la ciudad buscando las famosas gotas y nada, en ninguna. Así que, con el dolor aumentando y sin muchas opciones, decidimos volver al hospital. Por suerte, nos atendió una médico que ya nos había visto antes y, muy amable, cambió la receta por otras gotas más fáciles de encontrar.
Nos dijo que probablemente estarían en la farmacia del hospital, pero no… allí tampoco estaban y Nos mandaron entonces a otra farmacia que ya habíamos visitado al principio. En ese punto, Ali se plantó: “de aquí no me muevo hasta que me confirmen que en esa farmacia las tienen”. La chica de la farmacia, muy maja, llamó por teléfono y nos dio la confirmación y con esa garantía, fuimos a por ellas. ¡Y sí, por fin las teníamos!
Entre una cosa y otra, se nos hizo de noche. Así que, con los medicamentos en mano y Ali mucho más tranquila, volvimos al hotel a descansar.

Recorriendo la ciudad

La noche había sido regulera para Ali, aunque hay que reconocer que bastante mejor que las anteriores. Con ese pequeño alivio, decidimos aprovechar el día y salir a descubrir un poco de Dumaguete, que algo tenía que ofrecernos… ¿no?
Fuimos a ver varios puntos que habíamos leído en otros blogs: el Parque de la LibertadSilliman University, el Parque Quezón, la Iglesia de Santa Catalina de Alejandría, el campanario Dumaguete Belfry y hasta la Chinese Bell Church. Lo que viene siendo un señor paseo… ¡y sin tricycle! Porque ya puestos a ver la ciudad, que sea bien.

Eso sí, hay que decirlo: aunque fueron visitas agradables y con cierto interés local, no nos pareció que ninguno de estos lugares tuviera el suficiente tirón como para justificar un viaje solo por ellos. Es cierto que Dumaguete tiene ambiente, tiene vida universitaria y una energía curiosa, pero como destino exclusivo… no termina de enganchar.
Después de tanta caminata, comimos algo y volvimos al hotel para descansar un rato (y para que Ali cogiera fuerzas). Ya por la tarde, con algo más de energía, nos acercamos hasta el Rizal Boulevard, probablemente el rincón con más vida de la ciudad.
Un paseo largo frente al mar, lleno locales: puestos callejeros, gente cantando con altavoces, niños jugando, vendedores ambulantes, masajes improvisados al aire libre… Una mezcla de caos y calma que nos hizo conectar un poco más con la ciudad.
Cenamos en uno de los puestecitos del paseo, en plan tranquilo, mientras observábamos cómo caía la noche. Ali no estaba todavía al 100%, así que decidimos retirarnos pronto. Un día sin grandes aventuras, pero con la sensación de haber exprimido lo que Dumaguete nos podía ofrecer dadas las circunstancias.

El punto final en esta ciudad

La salida de Dumaguete fue bastante sencilla, sobre todo una vez nos confirmaron que lo de Ali era “solo” una otitis y no algo más serio que nos impidiera coger un avión. Así que, una vez con todo bajo control, pusimos rumbo al aeropuerto en tricycle, en un trayecto que no llegó a los 20 minutos.
El aeropuerto de Dumaguete es pequeño, funcional y sin grandes complicaciones, lo cual se agradece después de unos días algo movidos. Con todo ya en orden, embarcamos hacia nuestro siguiente destino con ganas de recuperar el ritmo.

Reflexión final sobre Dumaguete

Dumaguete fue, para nosotros, la ciudad de la otitis y la búsqueda desesperada de gotas, poco más. Llegamos con toda la ilusión de ir a bucear a Apo Island, pero el plan se cayó por completo con la inflamación de oído de Ali.
Habíamos leído en algunos blogs que era una ciudad en la que mucha gente decidía retirarse… y sinceramente, no terminamos de entender muy bien por qué. Tal vez fue nuestra experiencia, tal vez el contexto, pero a nosotros nos pareció una ciudad sin demasiado encanto ni demasiadas cosas que hacer.
Eso sí, nos fuimos con la tranquilidad de haber encontrado solución médica y con la esperanza de que las gotas hicieran efecto para poder retomar el viaje como lo habíamos soñado. Nos fuimos tristes por no haber podido visitar Apo Island, pero con las pilas recargadas para lo que venía después.

¡Nuestra recomendación!

Si quieres ir a bucear a Apo Island, esta es tu ciudad; pero si en tus planes no está ir hasta allí o has hecho una excursión desde otros destinos a esa isla, esta ciudad no tiene ningún atractivo reseñable como para dedicarle días de tus vacaciones. Si la incluyes en tus planes, pasea la ciudad y acércate a Rizal Boulevard, aunque sea para descubrir su ambiente local.

¿Has estado en algún hospital del sudeste asiático? ¿Cómo fue tu experiencia? Si quieres consejos sobre que seguro escoger, ¡déjanos un comentario y te ayudaremos!

¿Qué hacer en Dumaguete?

Imprescindibles

  • Apo Island: isla con un fondo marino estupendo para bucear; aunque también se hacen excursiones de snorkel
  • Iglesia de Santa Catalina de Alejandría y Campanario de Dumaguete: es la Catedral de la ciudad, con bastante afluencia y devoción
  • Rizal Boulevard: paseo marítimo de la ciudad donde se concentra la mayor parte del ambiente, con puestos locales y restaurantes, ademas de gente practicando deporte, masajistas, cantantes…

Si tienes algo más de tiempo

  • Parque de la Libertad: parque donde se encuentra el capitolio, agradable para dar un pequeño paseo
  • Chinese Bell Church: bonito templo taoísta, no es demasiado grande, su visita es gratuita

Aventuras relacionadas. ¡Descubre más!

1 2 3 4

¡Escribe aquí tu comentario!

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *