


¿Qué esperábamos de Legazpi?
Nuestra curiosidad por el whale shark (tiburón ballena) nos llevó inicialmente hasta Donsol, una pequeña ciudad en la región de Sorsogon. Fue mientras organizábamos esa parte del viaje cuando descubrimos que, a tan solo 65 km de allí, había una ciudad famosa por albergar uno de los volcanes cónicos más perfectos del mundo, comparable incluso con el Monte Fuji de Japón.
Hablamos del majestuoso volcán Mayón, un volcán activo situado en la región de Bicol, concretamente en la ciudad de Legazpi. Sin dudarlo ni un segundo, decidimos incluir Legazpi en nuestro itinerario para matar dos pájaros de un tiro: conocer el Mayón y seguir nuestro camino hacia Donsol.
La llegada
Para recorrer el trayecto entre Manila y Legazpi existen básicamente dos opciones: el autobús, que tarda unas 12 horas; o el avión, que en poco más de una hora te plantas en el Aeropuerto Internacional de Bicol. Nosotros, como casi siempre, elegimos el avión.
Nada más aterrizar, empieza la clásica «batalla» por el transporte. A la salida de la terminal nos esperaban un montón de conductores ofreciéndonos llevarnos a donde quisiéramos: Donsol, Legazpi… lo que sea. Y ahí, más que saber, vale la picaresca, la paciencia y regateo. Nosotros recurrimos a nuestro amigo Grab y, en pocos minutos, estábamos de camino a nuestro guesthouse. ¡Menos mal que existe este app!
Primeras impresiones
Durante el trayecto en coche hacia nuestro alojamiento, Legazpi nos pareció una ciudad bastante grande, con una avenida principal muy larga de la que salían un montón de calles más pequeñas. Habíamos leído que, más allá del Mayón, no había demasiados puntos de interés turístico, pero aun así decidimos quedarnos tres días para explorarla.
Nada más llegar a nuestro guesthouse, compartimos la misma sensación: no habíamos visto ni un solo turista ni nada que pareciese mínimamente turístico a pesar de encontrarnos en pleno centro de la ciudad. Pero como habíamos llegado temprano, decidimos salir a la calle en busca de algo interesante.
Recorriendo Legazpi
Salimos del guesthouse y nos lanzamos a caminar por la avenida principal con la intención de llegar a la catedral de Legazpi. Desde el principio, empezamos a notar algo distinto en el ambiente, la ciudad tenía un aire enrarecido. La gente nos miraba con una mezcla de sorpresa y curiosidad, los niños se reían y susurraban cosas, y los tricycles pasaban de largo sin ofrecerse a llevarnos a ningún lado. Pero allí íbamos nosotros, los únicos dos turistas que parecían habitar la ciudad, avanzando con una mezcla de curiosidad e incertidumbre hacia la catedral.
La catedral resultó ser bastante grande rodeada por un recinto vallado. No nos impresionó especialmente por su arquitectura ni por las imágenes religiosas de su interior, sino por ese contraste que ya habíamos percibido en Manila. Estar en un país asiático pero profundamente influenciado por el catolicismo, seguía pareciéndonos muy llamativo. Mientras recorríamos su interior, sentíamos las miradas de los vecinos que, aunque no decían nada, no dejaban de observarnos.
Terminada nuestra visita, decidimos dirigirnos al siguiente lugar que teníamos apuntado: la iglesia de Daraga. No sabíamos exactamente la distancia, pero continuamos caminando por Rizal Avenue, rodeados de un tráfico infernal, claxon tras claxon, motos, jeepneys con música atronadora… y esa sensación constante de ser observados allá donde íbamos.
En medio de este caos, un niño de unos seis años se nos acercó pidiendo dinero. Sabíamos que estas situaciones podían ocurrir y, siguiendo las recomendaciones para viajeros, decidimos no darle dinero. Le ofrecimos agua o algo de comer, pero lo rechazó. Caminó con nosotros unos metros, insistiendo, hasta que finalmente se alejó.
Seguimos caminando durante casi cincuenta minutos bajo un calor sofocante y con el ruido de la ciudad retumbando en los oídos, hasta que llegamos a una cuesta muy empinada donde un cartel pintado en la pared anunciaba “Road to Iglesia de Nuestra Señora de la Portería”. Nos sonaba que ese era otro nombre para la iglesia de Daraga, así que, aunque cansados, decidimos subir.
Al llegar arriba, nos encontramos con una amplia explanada donde se alzaba la iglesia de Daraga, de un tono oscuro, probablemente teñido por la piedra volcánica, los humos y la ceniza del Mayón. Había también un mirador con vistas al volcán, aunque las nubes bajas lo tapaban parcialmente. Aun así, su grandeza se imponía en el horizonte.
Dentro de la iglesia nos encontramos con un espacio amplio pero sencillo. Lo que más nos sorprendió fue la informalidad de la boda que se estaba celebrando: no habría más de veinte personas, incluidos los novios, todos vestidos con ropa de calle. Al salir nos encontramos con unos carteles informativos en los que explicaban que esta iglesia había logrado sobrevivir a una de las erupciones más destructivas del Mayón gracias a su ubicación en lo alto del cerro, algo que refuerza la importancia que tiene para los habitantes de Legazpi.
Cuando terminamos de leer los carteles, emprendimos el camino de vuelta, bajamos la cuesta y, asfixiados por el calor, decidimos coger un jeepney para regresar. ¡Qué maravilla fue montarnos en ese jeepney! Aunque no todo fue del color de rosa, le dijimos al conductor que queríamos bajar en la catedral… y no se detuvo allí. Siguió su ruta y, por puro accidente, descubrimos el Ayala Mall, un centro comercial en aquella ciudad sin turistas.
Teníamos aún pendiente visitar el paseo marítimo, Legazpi Boulevard, con su mirador al Mayón y las famosas letras de la ciudad y nosotros pensamos que el jeepney llegaría hasta allí, así que seguimos a subidos en él. Pero de pronto, el conductor cambió el cartel del destino y, viendo que la situación se complicaba, o mejor dicho no la entendíamos, aprovechamos que una madre bajaba con su hijo para bajarnos nosotros también.
Consultamos Google Maps y vimos que el mar estaba relativamente cerca, así que decidimos caminar en esa dirección. Y ahí, si en la avenida principal las miradas ya eran intensas, en estas calles secundarias eran aún más penetrantes. Finalmente llegamos al mar… sí, llegamos, pero allí no había ni paseo marítimo ni nada que se pareciese mínimamente al lugar que teníamos en mente, así que decidimos volver sobre nuestros pasos.
Exhaustos, optamos por comer en el centro comercial que acabábamos de descubrir con jeppney y tomarnos un iced coffee en una pequeña cafetería llamada B1T1 Takeaway Coffee, justo a la salida del Ayala Mall. A esas alturas del día, estábamos llenos de sensaciones encontradas y bastante cansados, así que volvimos a nuestro guesthouse a descansar.
En el camino de regreso, nos llamó muchísimo la atención una iglesia con una arquitectura muy peculiar. En el edificio ponía “Iglesia Ni Cristo”, así que, llevados por la curiosidad, intentamos entrar a echar un vistazo. Dos chicos nos detuvieron enseguida; les explicamos que solo queríamos ver el interior, y tras consultar con alguien más, nos dijeron que solo podíamos ver el exterior. Mientras bordeábamos el edificio, otro miembro nos siguió discretamente, observándonos todo el rato. Aquella vigilancia nos hizo sentir algo incómodos, así que decidimos marcharnos. Días después descubrimos que estas iglesias, que veríamos asiduamente repartidas por todo Filipinas, pertenecen a una denominación cristiana originada en el país hace poco más de un siglo.
La actividad principal que nos había traído hasta Legazpi, el tour en quad hasta las faldas del Mayón, estaba prevista para el tercer día así que, con la intención de tachar de nuestra lista el último punto pendiente, al día siguiente nos dirigimos de nuevo al centro comercial. En B1T1, preguntamos cómo llegar al mirador del volcán en Legazpi Boulevard, y el camarero nos recomendó tomar un Grab hasta un monumento masónico junto al paseo marítimo, desde donde podríamos disfrutar de unas buenas vistas.
Después de estar más de dos horas para conseguir un Grab, porque en esta ciudad no es precisamente rápido, por fin apareció. El trayecto fue cómodo y en solo diez minutos llegamos al lugar. Y sí, por fin encontramos el paseo marítimo de Legazpi y el mirador con las famosas letras de la ciudad. Era bonito, pero su acceso es complicado si no tienes moto o vehículo propio.
Apenas vimos a ocho turistas allí y tras hacer unas cuantas fotos, paseamos tranquilamente bajo un sol abrasador. Nos sorprendió muchísimo la cantidad de restaurantes, hostels y negocios orientados al turismo que había en la zona… pero sin apenas turistas. Después de cumplir con nuestro “checklist”, cogimos un tricycle de vuelta al centro y regresamos, esta vez sí, algo más tranquilos, a nuestro guesthouse.
La esperada visita al Mayón
¡Por fin llegaba el día más esperado! Nuestra actividad principal en Legazpi: el tour en quad hasta las faldas del Mayón.
Elegimos la excursión que lleva hasta el Green Lava, aunque al llegar allí nos convencieron para ampliar el recorrido e incluir la visita al Black Lava. Supuso un coste adicional, pero sinceramente, mereció mucho la pena.
Nos recogieron temprano en el guesthouse y nos llevaron al punto de inicio. Tras un breve vídeo sobre seguridad, nos asignaron quad, casco y guía. Pensábamos que nos harían dar unas vueltas de prueba, pero nada de eso: nos explicaron cómo acelerar, cómo frenar… ¡y adelante!
A los cinco minutos, el guía ya nos estaba parando en un punto espectacular con vistas al Mayón. Nos pidió uno de nuestros móviles y empezó a hacernos fotos. Y lo mejor: no nos cobró nada por ellas. Durante toda la ruta fue parando en puntos estratégicos para sacar fotos y vídeos de nosotros con el volcán de fondo.
El paseo fue muy divertido (aunque Pablo tuvo un pequeño susto en la primera curva). Atravesamos pequeños ríos, zonas de cantera donde se tamiza la piedra volcánica y huertos de agricultores locales. Todo muy pintoresco… salvo por algunas zonas donde el plástico se acumulaba, algo tristemente habitual en el sudeste asiático.
Tras unos 30 minutos en quad, llegamos a la base de un pequeño trekking de unos 10 minutos hasta el mirador. Allí nos pidieron pagar otra tasa de entrada, pese a que ya estaba incluida en nuestro tour. Tras enseñarle la confirmación y hablar con el guía, nos dejaron continuar sin coste adicional.
La subida es breve, aunque intensa. Desde el helipuerto-mirador, las vistas al Mayón son impresionantes. Aunque en nuestro caso las nubes cubrían parte de la cima, la majestuosidad del volcán no decepciona en absoluto. Allí el guía nos indicó que podíamos estar el tiempo que quisiéramos y que si queríamos nos haría fotos.
Después de unos 30 minutos en el helipuerto-mirador observando el volcán a ver si se despejaba y algunas fotos, emprendimos el camino de vuelta. El guía nos ofreció bajar en tirolina a la base, previo pago, pero nosotros decidimos hacerlo caminando.
En el camino de regreso, el guía ya no iba haciendo fotos, pero como justo entonces el volcán se despejó completamente, le pedimos si podía hacernos unas últimas fotos, y accedió encantado. Regresamos al punto de inicio y de ahí nos llevaron de vuelta al guesthouse.
En nuestra opinión, es una excursión que merece muchísimo la pena, sobre todo si ya tienes en mente visitar Donsol o si simplemente quieres disfrutar de este icono natural de Filipinas.
Escribidnos un comentario si queréis el contacto del operador con el que lo hicimos.
Aclaraciones sobre el volcán Mayón y la actividad que hicimos:
- El Mayón es tan importante en Filipinas que aparece en los billetes de 100 pesos filipinos.
- No es posible subir a la cima del volcán.
- La agencia con la que contratamos ofrece cuatro rutas diferentes en quad. Hay una más larga que se acerca más al volcán; pero no es llega a la cima.
- La última erupción fue en 2023, y se ve claramente la lengua de lava resultante.
- Es común que esté cubierto por nubes bajas, así que puede que no siempre lo veas despejado.
El punto final en esta ciudad
En el tour conocimos a una española que llevaba más de cuatro meses viajando sola. Ella venía de Donsol, nuestro siguiente destino, y nos explicó una opción muy económica para llegar allí.
Así que, tras la excursión y una merecida ducha, salimos a buscar la estación de autobuses para informarnos y comprar billetes para el día siguiente. En el camino descubrimos otro centro comercial aún más grande que el Ayala Mall y otra zona de la ciudad con bastante más vida… aunque seguimos sin ver turistas.
En la estación, nos dijeron que no era posible comprar billetes por adelantado. Simplemente había que estar allí pronto, porque las vans salían desde las 6:30 am y solo se iban cuando se llenaban. Finalmente, no madrugamos tanto y llegamos sobre las 11 am a la estación. Compramos nuestros billetes, masuno adicional por nuestro equipaje, ya que las vans tienen un espacio muy limitado. Y… tras esperar casi una hora a que se completaran todas las plazas, ¡pusimos rumbo a nuestro próximo destino!
Reflexión final sobre Legazpi
Legazpi es una ciudad grande, con centros comerciales, colegios y calles llenas de comercios, pero da la sensación de no estar preparada para el turismo, ni de saber aprovechar del todo sus atractivos. A pesar de alguna que otra situación incómoda, nunca sentimos que fuera una ciudad peligrosa. Más bien, nos sentimos observados, como dos bichos raros en una ciudad que aún no ha descubierto del todo el turismo.
Eso sí, el Mayón es absolutamente imprescindible. Es una joya natural que merece la pena visitar, aunque solo estés de paso.
¡Nuestra recomendación!
Si estás dispuesto a descubrir una Filipinas más local y no quieres perderte el espectáculo del Mayón, ¡Legazpi es tu lugar! Aunque, en nuestra opinión, no hace falta quedarse más de una noche.
¿Has estado en Legazpi? ¿Te gustaría saber más sobre el tour al Mayón? Déjanos un comentario y estaremos encantados de ayudarte.
Los mejores lugares de Legazpi
Imprescindibles
- Volcán Mayón: Este volcán activo de más de 2.000 metros de altura sobre el nivel del mar tiene una forma cónica perfecta. Su importancia se refleja en que aparece en los billetes de 100 pesos filipinos.
Si tienes algo más de tiempo
- Catedral de Legazpi.
- Daraga Church: iglesia que, debido a su situación en lo alto de una colina, logró mantenerse en pie después de una de las erupciones más fuertes del Mayón.
- Legazpi Boulevard: Paseo marítimo en el que encontrarás desde un monumento dedicado a los masones hasta las letras de “Legazpi” con el volcán Mayón de fondo.