


¿Qué esperábamos de Siquijor?
No sabíamos muy bien que esperar, habíamos leído un poco sobre su buceo, su vida relajada, su ambiente, pero si algo lo definía era «misterio», apenas habíamos encontrado un par de blogs donde hablaban de este destino y eso, nos atraía. No era de esos destinos que salen en todas las guías ni del que todo el mundo habla; y precisamente por eso, queríamos descubrirla. En uno de esos blogs que encontramos leímos que “a Siquijor hay que darle tiempo”, así que decidimos dedicarle cinco días completos para explorarla sin prisas.
Esta isla prometía muchas cosas: un interior salvaje repleto de naturaleza, cascadas de ensueño, pequeños pueblos con encanto, y un buceo diferente, más tranquilo, más detallista, con nudibranquios de otro planeta y una joya cerca, la mítica Apo Island.
La llegada
Llegar a Siquijor fue sorprendentemente fácil. Cogimos un ferry que nos dejó en la isla en menos de dos horas, y nada más desembarcar… caos organizado. Una pequeña avalancha de conductores nos esperaba para ofrecernos transporte hacia San Juan, la zona más turística de la isla y donde también estaba nuestro alojamiento.
Nos sorprendió un poco el precio que pedían al principio, pero por suerte coincidimos con otros viajeros españoles y juntos conseguimos negociar una tarifa razonable. En pocos minutos estábamos montados en un tricycle rumbo al hotel, listos para descubrir qué escondía esta isla que tan poco sabíamos y tanto nos intrigaba.
Primeras impresiones
Nada más llegar, nos encontramos con un cartel precioso que habían preparado con nuestros nombres para darnos la bienvenida. Un detallazo que nos pareció súper bonito y que nos sacó una sonrisa al instante.

Un bonito detalle
Cuando llegamos acabamos de instalarnos, nos había dado la hora de cenar asi que nos propusimos a encontrar un sitio chulo. Justo enfrente de nuestro hostel, vimos un restaurante a pie de playa que pintaba muy bien, así que decidimos acercarnos a cenar. Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando intentamos entrar y nos impidieron el paso por no estar alojados en su hotel. La situación nos enfadó bastante, sobre todo porque no había nadie y nos pareció totalmente fuera de lugar.
Aun así, decidimos bordear por la playa para intentar entrar desde otro lado; pero nada, tampoco se podía. Caminamos unos metros y encontramos otro espacio con unas mesitas muy agradables donde sí pudimos sentarnos… hasta que vino alguien a decirnos, otra vez, que no podíamos estar allí si no éramos huéspedes. Y sí, adivinad: era el mismo hotel del restaurante de antes.
Ya con bastante indignación y la sensación de “¿qué necesidad había de todo esto?”, volvimos a nuestro hostel y cenamos allí. Y la verdad… ¡todo un acierto! Nos atendieron genial, comimos rico y cerramos el día con muy buen sabor de boca.
(Si queréis saber el nombre del hotel que nos puso tantas pegas para que no os pase lo mismo, dejadnos un comentario y os lo mandamos encantados)
Recorriendo Siquijor
Teníamos claro que queríamos descubrir la isla a nuestro ritmo, así que decidimos alquilar un coche; pero eso sería más adelante. Los primeros días los dedicamos a explorar los alrededores de nuestro alojamiento, y no pudimos empezar mejor.
La primera mañana fuimos a hacer snorkel al santuario de Tubod, que curiosamente estaba justo en la playa del hotel donde la noche anterior no nos habían dejado cenar. Llegamos por el acceso que habíamos descubierto a pie de playa, y ya nos estaban esperando para cobrarnos la fee. Para nuestra sorpresa, el precio variaba según si solo te dabas un baño, nadabas o hacías snorkel; nos pareció surrealista y decidimos buscar otro acceso… ¡y lo encontramos!
Tras un pequeño camino sin señalizar, llegamos a la playa de Tubod por fuera del santuario. Allí, sin pagar nada, nos lanzamos al agua y… ¡alucinante! Más de 10 tortugas en menos de una hora; una experiencia que recordaremos siempre.

Pagar por entrar a una playa, no nos convenció

Una bonita playa

Podrás ver un montón de tortugas
Si tú también quieres llegar al mismo punto sin pagar las tasas, déjanos un comentario y te mandamos la ubicación exacta.
De vuelta en el hotel, preguntamos por las Lugnason Falls, pero nos dijeron que estaban secas por la época del año. Así que decidimos aprovechar para descansar y, por la tarde, ver el atardecer en Solangon Beach, una playa tranquila donde encontramos un chiringuito con mesas a pie de mar y unas cervezas bien frías.

Bonito atardecer

Colores para disfrutar
Al día siguiente cogimos un tricycle hasta Paliton Beach, una playa dividida en dos zonas: la grande, donde hay que pagar para entrar, y una más pequeña y sencilla. Decidimos quedarnos en la más pequeña y pasar el día entre chapuzones, arena y cervezas. Allí conocimos a un grupo de señores de Mindanao que, al saber que Ali se apellida González, la nombraron prima en cuestión de segundos, puesto que se apellidaban Gonzales, ya sabéis, por la historia de Filipinas. ¡La verdad que echamos unas buenas risas durante la tarde, aprovechando además para conocer más cosas de la cultura local!

Disfrutando de la playa

¡Un chapuzón!

Aguantamos hasta el atardecer
Después de ese día tan relajado, llegó el momento de alquilar el coche y lanzarnos a descubrir los rincones más remotos de la isla. Nos lo entregaron directamente en el hostel y nos pusimos en marcha bien temprano.
La primera parada fue el famoso Old Enchanted Balete Tree. Como se veía desde el parking, no pagamos la entrada para acercarnos más. Seguimos hacia la ciudad de Lazi, donde hicimos parada técnica para comprar algo para el oído de Ali, que se había levantado regular, y de paso vimos el convento de Lazi y la iglesia de San Isidro Labrador por fuera.

Un árbol con mucha historia

Un convento bastante curioso

Imponente iglesia en Lazi
Sin mucha demora, fuimos directos a uno de los lugares que más ganas teníamos de conocer: las Cambugahay Falls. Pagamos la entrada y bajamos por unas escaleras empinadas hasta encontrarnos… con un mar de turistas. Habíamos leído que era una cascada tranquila, pero estaba completamente abarrotada; aun así, era bonita, aunque la experiencia nos dejó un poco fríos.

Para refrescarse y entretenerse

A pesar de la gente, el paisaje es bonito
Después de eso, empezó la aventura de verdad: las playas escondidas. La primera fue Kagusuan Beach, a la que llegamos tras dejar el coche en la carretera y caminar unos 20 minutos por un sendero que descubrimos de casualidad. Bajamos por unas escaleras empinadas y allí estaba: una playa preciosa, solitaria, con aguas cristalinas y muy poco turismo. ¡Eso sí, nada de chiringuitos! Así que llevad agua y comida si vais y tenéis pensado quedaros un rato.

Un camino sin señalizar

Después del camino, una playa preciosa

Playa de ensueño

¿El paraíso?
La siguiente fue Monkey Beach, que encontramos tras una ruta en coche por la que acabamos en un camino sin salida y una caminata de unos 5 minutos. Las vistas desde lo alto del acantilado eran una pasada, pero las escaleras para bajar eran demasiado peligrosas; así que decidimos disfrutar desde arriba y continuar.

Bonitas vistas

Colores para desconectar
Para cerrar la ruta de playas, visitamos Salagdoong Beach, mucho más popular. Aun así, había un ambiente muy local y relajado. Está dividida en dos calas pequeñas separadas por una formación rocosa desde la que la gente salta al mar. ¡Ambiente genial y bañito obligado!

¡A refrescarnos!

Aunque pueda haber mucha gente, merece la pena

Unos colores preciosos

Con lugares escondidos

Bonitas vistas de Salagdoong Beach
Después del chapuzón, seguimos por la costa norte, con paisajes espectaculares y vegetación frondosa a ambos lados. Comimos en un restaurante con vistas increíbles; aunque la comida no fue gran cosa. Si quieres el nombre, déjanos un comentario.

Nuestras vistas para comer

Vistas en el norte

Un espectacular cebú
Tras la comida, fuimos en busca del mirador del Observation Tower. Subimos por una carretera interior y al final de un tramo sin señalizar encontramos la estructura. No había nadie, ni carteles, ni entrada, ni nada. Tras subir las escaleras que tenía… las vistas desde ahí arriba fueron… ¡una maravilla! Pudimos ver gran parte de la isla e incluso Apo Island a lo lejos.

Las escaleras se hicieron pesadas

Vistas desde lo alto

Lo cierto es que merecía la pena
Queríamos ir al Pitogo Cliff Nature Park, pero se nos echaba la noche encima y decidimos volver al hotel. Al día siguiente, los planes cambiaron: el oído de Ali empeoró y ya no pudimos visitar ni Pitogo ni el Caticugan Marine Sanctuary. Pasamos los últimos días descansando, cuidándonos e intentando que Ali se recuperase de su oído.
Apo Island
Uno de nuestros imprescindibles cuando planeábamos la visita era bucear en Apo Island. Esta pequeña isla es conocida por albergar una biodiversidad marina increíble y, según muchos viajeros y buceadores, es uno de los lugares más espectaculares para bucear en Filipinas.
Desde el principio sabíamos que bucear aquí sería una experiencia inolvidable, así que antes de que la otitis trastocara todos nuestros planes acuáticos, nos pusimos a investigar cómo llegar.
La sorpresa (no tan grata) fue descubrir que las opciones para ir desde Siquijor eran muy limitadas. De hecho, solo un único operador hacía esta excursión, y sí, era el hotel del que ya os hemos hablado… aquel con el restaurante exclusivo solo para sus clientes. Como podéis imaginar, no nos apetecía nada contratar la actividad con ellos.
Así que, con muchas ganas de bucear, pero pocas alternativas, decidimos buscar otras opciones para cumplir este objetivo. Y así fue como dimos con Dumaguete, una ciudad en la isla de Negros desde la que sí se organizaban salidas a Apo Island con mayor facilidad y variedad de centros de buceo.
Sin pensarlo demasiado y antes de que la otitis nos obligara a cancelar todo lo relacionado con el agua, incluimos Dumaguete en nuestra ruta. Teníamos claro que, si queríamos disfrutar de Apo Island, tendríamos que hacerlo desde allí.
Y aunque finalmente no pudimos bucear en Apo Island por culpa de la otitis, os contamos todos los detalles sobre esa parada en la entrada de Dumaguete.
El punto final en esta isla
Salir de de esta pequeña isla tiene una única forma posible: en barco. La isla cuenta con dos puertos, así que según el destino al que te dirijas o el origen desde el que llegues, usarás uno u otro. En nuestro caso, llegamos por uno y salimos por otro, lo que nos permitió ver dos caras distintas de la isla.
La salida fue sencilla: el propio hostel nos gestionó tanto los billetes del ferry como el tricycle para llegar hasta el puerto. Una ayuda que, sinceramente, se agradece muchísimo cuando llevas ya varios días moviéndote y organizando transportes por tu cuenta.
Reflexión final sobre Siquijor
Siquijor fue para nosotros un reencuentro con lo que esperábamos de Filipinas: playas paradisíacas, naturaleza aún salvaje, ambiente turístico, pero con una marcada esencia local. Fue como abrir un libro de aventuras y encontrarnos justo con el capítulo que estábamos buscando.
No todo fue perfecto; una otitis inoportuna y un enfado con ciertas dinámicas del turismo, que a veces ponen en jaque la belleza natural de los lugares, empañaron un poco nuestra experiencia. Pero solo un poco, porque Siquijor supo sorprendernos y encantarnos a pesar de todo.
Además, el hostel fue espectacular: el trato cercano del personal, las habitaciones cómodas, la comida deliciosa… Todo ayudó a que nuestra estancia fuese todavía más especial. (Si queréis el nombre del hostel, dejadnos un comentario y os lo pasamos encantados).
Para nosotros, Siquijor es un must en cualquier ruta por Filipinas. Y no tenemos ninguna duda de que volveremos, con el oído sano, para sumergirnos por fin en sus aguas y descubrir todo lo que nos quedó pendiente.
¡Nuestra recomendación!
Incluye esta isla, aún muy desconocida para muchos viajeros, explórala a tu ritmo y sin prisa y si tienes la oportunidad de bucear ¡hazlo! Sus nudibranquios deben ser de otro planeta.
¿Volveríamos a Siquijor? Nosotros sin pensarlo dos veces, a pesar de la otitis de Ali… ¿alguna vez un síntoma médico os ha cambiado los planes? Nosotros lo afrontamos con sonrisas: a problemas, soluciones.
¿Qué hacer en Siquijor?
Imprescindibles
- Tubod Beach: playa con buen snorkel. Si vas a la playa fuera del santuario no tendrás que pagar las fees de entrada.
- Cambugahay Falls: bonitas cascadas en varios niveles y con algunas «atracciones» para echar un buen rato. Pueden estar muy masificadas, trata de evitar los domingos y festivos
- Kagusuan Beach: en algunos lugares en Internet pone que el acceso está prohibido, nosotros no tuvimos ningún problema, más allá del acceso a través del bosque y una escaleras complicadas. La playa es preciosa
- Monkey Beach: playa con difícil acceso, tanto para llegar a la parte superior donde hay un bonito mirador, como más aún para bajar hasta la propia playa
- Salagdoong Beach: la mejor de playa de la isla para nosotros
- Observation Tower: torre con panorámica increíble de la isla
- Paliton Beach: se trata de una sucesión de varias playas, si puede ve a la pequeña, donde encontrarás un ambiente más local y menos masificación
- Solangon Public Beach: bonita playa para ver el atardecer
Si tienes algo más de tiempo
- Old Enchanted Balete Tree: inmenso árbol centenario convertido en atracción turística
- Lazi Convent: gran convento situado enfrente de la Iglesia de San Isidro, ambos en el municipio de Lazi, con una bonita arquitectura
- Iglesia de San Isidro Labrador: lugar de culto declarado Tesoro Cultural Nacional
- Bacong Beach: playa similar a Monkey Beach y Kagusuan Beach.
- Tulapos Marine Sanctuary: santuario marino en el que podrás ver gran cantidad de animales marinos, desde peces hasta tortugas
- Lugnason Falls: bonitas cascadas que cierrar recurrentemente en función de las lluvias el desvío del agua del río para el riego, te recomendamos preguntar en el hotel o a los locales antes de ir