Bali, la cara más turística de Indonesia

¿Qué esperábamos de Bali?

Una parada obligatoria durante nuestro recorrido por Indonesia tenía que ser Bali. Por supuesto que queríamos visitarla, era una isla que nos llamaba muchísimo la atención… pero cada vez que decíamos frases como “le dedicaremos pocos días porque está muy masificada”, las respuestas de la gente eran unánimes: “¡estáis locos!”, “mínimo un mes”, “vais a querer quedaros” …

Por un lado, teníamos muy presente todo lo que habíamos leído sobre la masificación, el turismo descontrolado y las zonas que habían perdido su esencia. Pero, por otro lado, amigos, viajeros y conocidos nos decían justo lo contrario: que Bali es mucho más de lo que parece y que merece la pena dedicarle tiempo.

Y no solo nos hablaban de la isla en sí, sino de lugares concretos que todo el mundo recomendaba visitar: Ubud, Canggu, Uluwatu… Parecía que todo giraba en torno a esos tres puntos, pero… ¿de verdad eso era todo lo que tenía Bali? Ni de lejos pensábamos que esos tres puntos representaran toda la esencia de la isla.

Así que, intentando hacer caso a todos aquellos que nos animaban a explorarla con calma, y fieles a nuestra forma de viajar, siempre buscando lo más auténtico, decidimos dedicarle más de dos semanas. Eso sí, evitando pasar demasiado tiempo en las zonas más masificadas y dejando espacio para descubrir rincones menos conocidos.

La llegada

Llegar a la isla de Bali es, probablemente, lo más fácil que puedes hacer en Indonesia. Un vuelo a Denpasar y listo, ya estás allí. Ahora bien… otra historia es llegar al hotel. Ahí comienza la odisea: la negociación, el regateo, la picaresca para conseguir el mejor precio posible por un transporte, lo normal del turismo en el sudeste asiático. Siempre tienes la opción “fácil”: reservar por Grab, sin fallo… aunque cuidado, porque no siempre funciona en todas las zonas de Bali.

Nosotros, en cambio, llegamos en barco. Es otra opción muy viable, sobre todo si vienes desde Java, como fue nuestro caso. Cogimos un ferry que apenas duraba 45 minutos, aunque lo curioso es que esos 45 minutos de trayecto también implican adelantar el reloj una hora. Sí, ¡cambiamos de huso horario al cruzar de una isla a otra!

Ya habíamos leído que en Indonesia había ciertos “problemillas” con los barcos (resumiendo: se hunden). Nuestra norma era clara: nada de trayectos largos y siempre por la mañana temprano. ¡Y menos mal! Porque justo la noche después de nuestra llegada, un ferry que hacía el mismo recorrido que el nuestro se hundió. El motivo del hundimiento del barco no lo sabemos; pero eran las 11 de la noche, había mala mar… todo lo que nosotros queríamos evitar.

Como os contamos en la entrada de Banyuwangi, el conductor del Grab que nos llevó hasta el puerto nos había asegurado que alguien estaría esperándonos al otro lado. Y, cómo no… ¡allí no había nadie! Habiéndonos ya timado con los tickets del ferry, no nos sorprendió demasiado… Sabíamos el precio que habíamos pactado con él para llegar a nuestro hotel, así que empezamos a negociar con otros conductores en el puerto. Regateo tras regateo, conseguimos que uno nos aceptara el precio que queríamos pagar. ¡Victoria! Primer objetivo conseguido: llegar a nuestro alojamiento en Bali.

Primeras impresiones

Después de haber estado en Sumatra y en Java, en Bali notamos que se respiraba un ambiente diferente. Algo había cambiado. Hacemos un pequeño inciso que es muy importante tener en cuenta: Indonesia es un país en el que conviven varias religiones (islam, hinduismo, budismo, cristianismo…) y por suerte lo hacen con total respeto. Eso lo convierte en un país culturalmente muy rico. Aunque el islam es la religión mayoritaria del país, cada isla tiene su propia religión predominante. Por ejemplo: en Sumatra y Java predomina el islam; en Flores y Timor, el cristianismo; y en Bali y Nusa Penida, el hinduismo. Esto hace que, sin salir de Indonesia, los cambios se noten profundamente. Quizás por esto y por llegar desde dos islas gigantes con religión islámica mayoritaria, el ambiente de Bali nos resultó tan distinto desde el primer momento.

Otro factor que creemos que influye en que esta isla sea tan especial es su tamaño. Sí, su tamaño. Veníamos de dos islas inmensas, con una población desorbitada, y de repente aterrizamos en una isla más pequeña, más accesible y, en nuestras primeras impresiones, más fácil de recorrer y de entender. Así que, de camino en coche hacia el que sería nuestro primer destino en Bali, las sensaciones eran buenas. Las carreteras eran estrechas, el tráfico un poco caótico… pero había algo que nos decía que esta isla tenía mucho que ofrecernos.

Recorriendo Bali

Como os decíamos al inicio del post, dedicamos más de dos semanas a recorrer esta isla y sus rincones. En el blog podréis encontrar una entrada para cada zona que visitamos, pero queríamos hacer esta introducción general porque Bali, aunque no sea de gran tamaño, es una isla de enormes contrastes y experiencias. No recorrimos el 100%, pero sí podríamos decir que exploramos una parte importante de la isla. La dividimos en cachitos y la fuimos descubriendo a trozos. Nos quedó pendiente el extremo oeste (West Bali), pero lo tenemos apuntado para una futura vuelta.

El sureste: Canggu, Denpasar y Uluwatu

En estos tres puntos, tal y como esperábamos descubrimos el Bali masificado del que todo el mundo habla. Aun así, el sentimiento fue contradictorio. Por un lado, sí: masificación, muchos turistas, muchos extranjeros que han hecho de esta zona su hogar, tráfico, caos… Pero por otro, tal vez por venir con expectativas bajas, la zona nos sorprendió para bien.
Canggu nos ofreció la motivación que necesitábamos para centrarnos y sacar adelante algunos proyectos. Pero también fue un lugar donde disfrutamos de restaurantes deliciosos, cervezas en bares con mucho rollo (¡y bastante caros!) y atardeceres preciosos viendo a los surferos en acción.

Por otra parte, Denpasar se convirtió en nuestro centro logístico en Indonesia. Estar a 15 minutos caminando del aeropuerto nos daba una comodidad brutal para movernos por el país. Además, a pocos pasos teníamos restaurantes y ocio que jamás imaginamos encontrar en una ciudad tan funcional.
Finalmente y aunque tal vez no pudimos dedicarle tanto tiempo como puede llegar a ser necesario, en Uluwatu vimos como el caos va en aumento, con más tráfico de lo que pensábamos y atractivos turísticos que se han convertido en meros espectáculos.

El centro: Ubud

Aquí es donde sentimos más decepción. Todo el mundo hablaba maravillas de Ubud, de sus templos, su misticismo, su cultura… Pero nosotros nos fuimos con la sensación de haber estado en un parque temático. Nos dividimos la estancia: unos días en el centro y otros en una villa con piscina privada (algo muy asequible en Indonesia).

En el centro nos encontramos una ciudad enfocada 100% al turista. Templos que parecían decorados de cartón piedra, precios inflados por 4 o 5, y una pregunta constante en la cabeza: ¿Cómo sobreviven los locales con estos precios?
En la villa, en cambio, descansamos, cargamos pilas y disfrutamos. También aprovechamos para explorar los alrededores. Algunos lugares eran igual de turísticos y montados “para la foto”, pero otros sí nos dejaron entrever la esencia hinduista que hace especial a esta isla.

El norte: Munduk

Munduk fue nuestro reencuentro con la naturaleza salvaje de Bali. Montañas, cascadas, miradores… todo parecía sacado de una película. Aquí no se veía el mar, pero se respiraba la paz del interior. Nos recordó a Asturias (uno de nuestros lugares favoritos en España): tranquilidad, naturaleza y temperaturas frescas al caer el sol, algo que echábamos de menos y que, como buenos leoneses, disfrutamos a tope. Además, nos reconectó con lo que más nos gusta: turismo tranquilo, sencillo y real.

El noreste: Amed

Amed fue nuestra perdición. No sabíamos que un lugar podía hacernos sentir tan en casa. Aquí encontramos todo lo que podíamos pedir de Bali: el monte Agung como telón de fondo, playas de arena negra frente a un mar infinito, rituales y cultura real, un buceo de otro nivel y un ritmo de vida que invita a quedarse. Sin masificaciones, sin agobios. Simplemente Bali, la de verdad.

El este: Sidemen

Y si Amed nos reconectó con Bali, Sidemen nos presentó su alma más local. Una visita breve, sí, pero suficiente para entender cómo era Bali antes del turismo masivo.
Warungs donde solo comían locales, vistas al volcán desde la cama y una calma rural que cuesta encontrar hoy en día. Esta zona, a los pies del Agung pero tierra adentro, nos recordó que aún quedan rincones que conservan su esencia intacta.

Bali como centro de operaciones

Si tu idea es visitar la isla de Bali, o recorrer varias zonas de Indonesia, te darás cuenta de una cosa: tu centro de operaciones será Bali. Bueno, más concretamente, su aeropuerto. Eso fue justo lo que aprendimos después de más de dos meses en este país y es que los desplazamientos entre islas no siempre son sencillos.
Los barcos en Indonesia tienen mala fama en cuanto a seguridad (aunque nosotros no tuvimos ningún problema, las noticias están ahí), así que para moverse rápido, y con más tranquilidad, los vuelos internos son la mejor opción. Un poco más caros, sí, pero infinitamente más prácticos.
Mucha gente piensa en Yakarta como centro logístico, pero lo cierto es que: es una ciudad enorme, con más de 12 millones de habitantes, no tiene demasiados atractivos turísticos y está mucho menos centrada geográficamente que Bali. Por todo eso, Denpasar y su aeropuerto ganan por goleada en comodidad y logística.

Nosotros tuvimos que hacer varias noches cerca del aeropuerto, ya fuera por llegadas tarde o por salidas tempranas. Encontramos una ubicación perfecta: 16 minutos andando desde nuestro hotel hasta las terminales (tanto doméstica como internacional), zona con restaurantes y opciones de ocio, y varios hoteles buenos, bonitos y baratos en los alrededores. Si necesitas recomendaciones concretas para dormir cerca del aeropuerto, déjanos un comentario y estaremos encantados de ayudarte.

Reflexión sobre Bali

Bali será, casi con total seguridad, la isla que sí o sí visitarás en Indonesia. Y la verdad… entendemos por qué. Esta isla tiene una vibra especial, una mezcla de espiritualidad, naturaleza, cultura y buen rollo que te atrapa sin que te des cuenta. Nosotros tuvimos la suerte de recorrer bastante de este paraíso y, aunque aún nos quedaron lugares por descubrir, podemos decir con total certeza que nos encantó.
Es cierto que en muchas zonas el turismo está desbordado, y que lo más conocido (lo que todos te recomiendan) puede acabar siendo justo lo que menos te conecta con la isla. Pero también es cierto que Bali va mucho más allá de lo típico. Lo que de verdad nos llevamos es esa sensación de calma al norte, la autenticidad del este, los paisajes salvajes, la magia de su gente y la energía que se respira en cada templo, en cada arrozal, en cada atardecer.
Tenemos claro que volveremos a esta isla. No solo por lo que nos faltó por ver, sino porque sentimos que Bali se vive mejor cuando se recorre sin prisa, cuando uno se deja llevar por su ritmo y no solo por la lista de “imprescindibles”.

¡Nuestra recomendación!

Ve a Bali, sí, ve sin miedo y disfruta. Pero no te quedes solo con lo que has leído en blogs o visto en Instagram, la mayoría de cosas no son lo que parecen. Dedícale tiempo al norte, al este, a esos rincones donde los turistas aún no son mayoría y donde la isla te recibe tal y como es, sin filtros. Si lo haces así, te prometemos que Bali te regalará experiencias que recordarás para siempre.

¿Y tú, qué parte de Bali te hizo sentir que estabas en un lugar especial? Déjanos tu rincón favorito o el que más ganas tienes de descubrir. ¡Te leemos!

¿Qué hacer en Bali?

Imprescindibles

  • Amed: una ciudad con un encanto especial, en la que podrás disfrutar del Agung, de sus playas y de alguno de los puntos de buceo más icónicos de Indonesia.
  • Munduk: una pequeña ciudad situada en el norte de la isla donde podrás establecerte para descubrir las maravillas de esta parte de la isla: cascadas, montañas, lagos…¡naturaleza en estado puro!
  • Sidemen: un pueblo con un encanto local y una esencia indonesia imperdibles. Desde aquí podrás hacer gran cantidad de actividades que te permitirán descubrir otra parte de Bali mucho más desconocida.
  • Canggu: una de las ciudades más elegidas por los nómadas digitales. Pese a su caos constante derivado del tráfico, tiene cafeterías, restaurantes y locales para todos los gustos ¡y de todos los precios!. Además, si te gusta el surf, tiene una playa increíble, en el que compartirás olas con un sinfin de surfistas

Si tienes más tiempo

  • Ubud: la ciudad más famosa de Bali, donde la espiritualidad y tu paz interior desaparecerán ahogados por el ruido del tráfico. Encontrarás buenos restaurantes, cafeterías, lugares para practicar yoga, y templos que parecen centro temáticos. Todo ello a un precio más que elevado.
  • Uluwatu: esta ciudad, o conjunto de barrios si se considera toda la parte sur desde el aeropuerto, normalmente más tranquila que Canggu (aunque está cambiando rápidamente), cuenta con algunos atractivos turísticos que si suelen estar bastante masificados. También tienen varias playas famosas donde practicar surf.
  • Kintamani: aunque nosotros no pudimos ir por falta de tiempo, sabemos que tiene las mejores vistas al Monte Batur y al lago del mismo nombre, convirtiéndose así en un lugar perfecto para los amantes de la naturaleza

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