¿Qué esperábamos de Canggu?
Cuando empezamos a organizar nuestras semanas en Bali, las opiniones sobre qué ver y qué evitar eran tan variadas que llegamos a sentirnos un poco saturados. Incluso con nuestro recorrido ya bastante definido, hubo quien nos insistió en que cambiáramos algunas cosas del itinerario, aunque pensábamos que Canggu debería quedarse en nuestra ruta.
Aun así, teníamos muy claras nuestras prioridades: queríamos visitar lugares que nos aportaran algo, que nos marcaran de alguna forma y, si podía ser, que no estuvieran completamente invadidos por la masificación. Pero también sabíamos que, para tener una visión más completa de lo que Bali representa hoy, no podíamos dejar fuera lugares como Canggu o Uluwatu.
Así que, con esa mezcla de curiosidad y precaución (y también algo influenciados por las malas críticas que habíamos recibido), decidimos darle una oportunidad a esta ciudad, tomárnoslo con calma y dedicarle 4 noches.
La llegada
Llegar hasta aquí no tiene pérdida, aunque eso sí, ármate de paciencia porque la espera y el caos pueden formar parte del proceso. Lo más habitual es aterrizar en el aeropuerto de Denpasar, que es el principal de Bali. Es un aeropuerto internacional bastante concurrido, pero muy bien señalizado, con dos terminales diferenciadas: una para vuelos domésticos y otra para internacionales. Así que dependiendo de dónde vengas, llegarás a una u otra.
Una vez pongas un pie fuera, prepárate: te estarán esperando decenas de taxistas ofreciéndote sus servicios. Aquí es donde toca elegir: o te lanzas a negociar directamente con alguno, o reservas un coche por Grab (si funciona en esa zona), o… si tienes el hotel cerca, te animas a ir caminando como hicimos nosotros en nuestras noches de logística junto al aeropuerto.
En nuestro caso, no llegamos en avión, sino en coche. Negociamos directamente con un taxista y nos llevó hasta la puerta de nuestro hotel. Rápido, directo y sin complicaciones.
Algo importante que debes saber es que en Bali (al contrario que en otros países como Filipinas), el transporte compartido casi no existe. No hay vans ni buses que te lleven de forma económica. Aquí todo pasa por negociar con un conductor privado, lo que implica un coste más elevado, pero también la comodidad de ir de punto a punto sin escalas. Si necesitáis el contacto de algún driver de confianza para moveros por esta ciudad o por otras zonas de Bali, dejadnos un comentario y os lo facilitamos encantados.
Primeras impresiones
Nuestra llegada fue por la mañana y, como suele pasar cuando se llega temprano, nuestra habitación aún no estaba lista. Dejamos las mochilas en la recepción y salimos a buscar algo para comer. A pocos metros del hotel encontramos una cafetería con buena pinta y nos sentamos allí a tomar nuestro primer café y plato en esta zona de Bali.
Las sensaciones eran… raras. Por un lado, nos encontrábamos en calles principales llenas de comercios, cafeterías, restaurantes, estudios de yoga y turistas caminando en todas las direcciones. El tráfico era intenso, con muchísimos coches, pero sobre todo motos por todas partes. Y, al mismo tiempo, de esas calles principales salían pequeñas callejuelas tranquilas que llevaban a hoteles, homestays o villas escondidas entre la vegetación. Un contraste constante entre lo bullicioso y lo relajado.
Algo que nos sorprendió mucho fueron los desagües y las aguas que corrían al borde de las calles, sin estar tapados por alcantarillas. A media tarde nos informaron en el hotel de que tendríamos que desalojar un par de horas porque iban a fumigar toda la zona como prevención contra mosquitos y enfermedades como el dengue. Nos pilló por sorpresa, pero después vimos que era bastante habitual en esta zona.
Nuestro alojamiento, a pesar del ajetreo del entorno, era un pequeño oasis: cabañitas individuales, cocina compartida, piscina y un ambiente tranquilo. Así que, dentro del caos que implica una ciudad como Canggu, nosotros encontramos un pequeño rincón de paz.
Recorriendo Canggu
Los días en esta zona pasaron volando. Canggu, conocida por ser la ciudad de los nómadas digitales, fue nuestro pequeño centro de trabajo durante cuatro días. Teníamos varios frentes abiertos que necesitaban nuestra atención y aprovechamos que estábamos en un entorno perfecto para ello. Encontramos una cafetería que se convirtió en nuestro cuartel general: desayunos de escándalo, comida riquísima y buen Wi-Fi. Si queréis saber cuál es, dejadnos un comentario y os la pasamos encantados.


Pero no todo fue trabajo. Lo que solíamos hacer era aprovechar las mañanas para avanzar con lo que teníamos pendiente y, por las tardes, salir a explorar algunos rincones de la zona. Es cierto que Canggu no tiene demasiados “puntos turísticos” como tal: aquí el ambiente gira en torno al trabajo remoto y las playas para surfear. Aun así, nos sorprendió gratamente. Aunque había bastante gente, no sentimos ese agobio del que tanto habíamos oído hablar (nada que ver con, por ejemplo, Madrid).
Durante esos días descubrimos un sitio super chic donde tomar cervezas artesanas (para quien le gusten… y le sobre algo de presupuesto), una pizzería americana recién abierta con pizzas brutales, un bar escondido debajo de un columpio gigante, sí, un columpio enorme, donde lo mejor era ver las caras de la gente, y una hamburguesería minúscula con auténtico sabor yankee.



Eso sí, Canggu también nos regaló momentos fuera del trabajo y la comida. Visitamos el Love Anchor Market, un mercadito local con decoración muy cuidada y puestecitos ideales para pasear un rato. Y terminamos varios días viendo el atardecer en la playa de Batu Bolong, cerveza en mano, viendo cómo el sol caía mientras decenas de surfistas se dejaban llevar por las olas. Esos pequeños placeres que hacen que un lugar, sin tener grandes monumentos, se quede contigo.


El punto final en esta ciudad
Nuestra salida de Canggu empezó con madrugón. Teníamos que coger un vuelo a las 6 de la mañana y, viendo durante el día en Google Maps que el trayecto al aeropuerto no bajaba de hora y media, nos entró el dilema logístico: ¿cuánto tiempo necesitábamos realmente?
Al final, decidimos no jugárnosla y pedimos un Grab que nos recogiese a las 4 de la mañana. Íbamos mentalizados para un trayecto largo, con sueño y algo de nervios. Pero… ¡sorpresa! En apenas 30 minutos estábamos plantados en el aeropuerto de Denpasar, sin tráfico, sin atascos y con todo por delante. Conclusión: si tu vuelo sale a horas intempestivas, por la noche apenas hay tráfico en Bali. Así que, sí, llegamos con tiempo de sobra… ¡y a esperar medio dormidos en el aeropuerto!
Reflexión sobre Canggu
Llegamos a esta ciudad con cierto miedo: miedo a sentirnos agobiados, a no encontrar nuestro sitio entre tanto turista o a querer salir corriendo al segundo día. Pero lo que encontramos fue el caos justo y el incentivo perfecto para integrarnos en el ritmo de esta ciudad. Durante cuatro días, nos dejamos llevar por el ambiente y nos convertimos, casi sin darnos cuenta, en esos nómadas digitales que se esconden tras un portátil, entre cafés con encanto y desayunos espectaculares.
No todo fue trabajo. También disfrutamos del simple hecho de pasear, de observar sus calles llenas de vida y de comercio, de ese tráfico incesante que parece formar parte de la banda sonora del lugar. Incluso nos sorprendimos diciendo en voz alta: “no nos importaría pasar una temporada aquí”. Y es que, entre una cerveza artesanal, una buena pizza o un columpio gigante sobre la acera, acabas entendiendo por qué tanta gente elige este rincón de Bali para quedarse. Porque sí, Canggu es un lugar distinto dentro de la isla. Y, para bien o para mal, Bali no sería lo que es sin este pequeño epicentro de surf, cafés, caos y creatividad.
¡Nuestra recomendación!
Si tienes pensado pasar por Canggu, hazlo sin expectativas de templos o espiritualidad. Esta zona no es el reflejo de la Bali más profunda ni de la vida local. Es un enclave perfecto si teletrabajas, si buscas buen café, buena comida y un ritmo diferente. Así que tómatelo con calma, intégrate y si tienes que combinar trabajo con algo de playa… este puede ser tu lugar.
¿Y tú? ¿Te animarías a vivir unos días como nómada digital en Canggu o prefieres otras zonas de Bali? ¡Déjanos tu opinión en comentarios o pregúntanos si necesitas recomendaciones de cafés, hoteles o conductores!
¿Qué hacer en Canggu?
Imprescindibles
- Love Anchor Canggu: mercado artesanal con puestos de recuerdos y muchas cosas hechas a mano muy bien ambientado
- Playa de Batu Bolong: punto de encuentro para cientos de surfistas, que cuenta con multitud de restaurantes para ver un bonito atardecer mientras tomas algo y desconectas. También es un punto ideal si quieres coger algunas olas o dar una clase de surf
- Beachs club de la zona: hay infinidad de ellos, con diferentes tipos de música o comida pero con el común de que pueden ser bastante caros. Te puedes acercar al que dicen que es el beach club más grande del mundo, el Atlas
Si tienes más tiempo
- Templo de Tanah Lot: templo hinduista con espectaculares vistas al mar
- Uluwatu: otra zona del suroeste de Bali que es una península con atractivos como Uluwatu Beach, Uluwatu Temple…










