Singapur sin filtros
Nuestra opinión
Nuestro paso por aquí fue tan necesario como revelador.
Singapur nos enseñó que un país puede prosperar gracias a la convivencia entre culturas muy distintas. Pasear por su barrio financiero y contemplar la precisión con la que todo funciona te hace pensar que el futuro ya ha llegado, y que quizá somos nosotros los que vamos con retraso.
Pero más allá de su modernidad, también nos sorprendió por su diversidad. Entre los rascacielos se esconden pequeños mundos: el barrio indio, el chino y el árabe mantienen vivas sus tradiciones, su comida, su música y sus rituales. Allí comprobamos que la globalización no siempre borra las raíces, y que la convivencia puede ser una fortaleza
Aun así, de “país del Sudeste Asiático” le queda poco. Esta ciudad ha querido elevarse tanto que, en ese proceso, ha perdido parte de la esencia que caracteriza a la región. Los precios son desorbitados y los mercadillos callejeros han sido sustituidos por centros comerciales impecables. Ya no se respira ese caos encantador de los puestos de comida o los mercados locales, esa sensación de que te ofrecen lo mejor que tienen sin importar nada más. Por eso, se ha transformado en una ciudad futurista, brillante y perfecta… pero también un poco distante. Una joya tecnológica que deslumbra, aunque nos haga echar de menos el alma del Sudeste Asiático.




